La vida de Diego Maradona

Diego Armando Maradona nació el 7 de marzo de 1954 y hasta sus 22 años tuvo una infancia normal, jugaba a la pelota con sus amigos, organizaban bailes, salidas y tuvo algunas noviecitas. Hasta que un año todo cambió: en 1976 debutó en la primera de Argentinos Juniors) otro Diego Maradona, el que todo el mundo conoce. Ese mismo día, el Maradona que no jugaba al fútbol también tuvo su debut, fue con una prostituta de 63 años llamada Noemí y el hecho se produjo gracias a un tío suyo que frecuentaba esos lugares y que lo llevó luego de afirmar “Ahora te vas a hacer hombre”. Los dos debuts quedaron grabados en la memoria de los protagonistas, uno sería recordado por el mundo entero y el otro le generaría un leve trauma a uno de los participantes.

En 1978, la selección argentina ganó su primer Mundial, pero lo hizo sin Diego, el técnico, Cesar Luis Menotti decidió no convocarlo por su corta edad. Ese mismo año, Maradona logró promocionar todas las materias de la carrera contabilidad y además decidió irse a vivir solo. Para celebrarlo organizó una reunión a la que concurren sus dos únicos amigos y en la que Maradona se permitió tomar tres copas de vino.

Los años siguientes, el futbolista se volvió cada vez más famoso y eso comenzó a alterar la vida de Maradona. Lo primero que tuvo que hacer fue cambiar su número de teléfono y llamar para dejar de aparecer en la guía telefónica. Cada vez eran más frecuentes los llamados de periodistas que buscaban a la joven promesa para una nota y también algunos empresarios que querían ofrecerle distintas oportunidades de negocio.  Una vez, uno de los reporteros no le creía que él no era el jugador y, luego de una larga discusión, Maradona terminó dando una nota haciéndose pasar por el futbolista. Si buscan en los diarios de la provincia de Córdoba en el año 80, puede que la encuentren.

Maradona, al ver crecer la fama de su tocayo, tuvo que enfrentarse a varias situaciones que afectaron aún más su vida. La pregunta más recurrente era si tenía algún parentesco con el jugador de fútbol. Cuando contestaba que no, dudaban de sus dichos y seguían insistiendo. Lo que más le molestaba era que igual nunca le prestaban atención a sus respuestas. Para comprobarlo optó por decir que era un primo lejano por parte materna. Todos asentían y nunca nadie se dio cuenta que si eran parientes por parte materna deberían tener distintos apellidos.

En 1982 Diego jugó su primer mundial, la selección tuvo un muy mal desempeño y el diez fue expulsado contra Brasil. Mientras tanto, Maradona se recibía de contador y entraba a trabajar en un pequeño estudio del que nunca se iría. Con su primer sueldo y en un acto de completo derroche, Maradona se compró dos corbatas extras que no necesitaba pero que le parecían muy lindas.

El siguiente hecho para destacar ocurrió en México 86. En esa copa del mundo, Diego se convierte en un genio del fútbol mundial y queda en la historia luego de hacerle a Inglaterra uno de los mejores goles de todos los tiempos. Unos meses después, Maradona tenía que rendir un examen de inglés en el Liceo Cultural Británico. Su profesor parecía un hombre serio y refinado, nadie hubiera sospechado que debajo de esa fachada se escondía un hooligan fanático del Newcastle quien, al ver que su alumno se llamaba igual que el hombre que los había humillado en el mundial, decidió reprobarlo.

A partir de ahí y hasta el año 90, se podría decir que fueron los peores años para Maradona, ya que se pasa a creer que Diego Maradona hay uno solo. Durante esos cuatro años la vida de Diego fue un suplicio, cada vez que solicitaba un servicio por teléfono la atención era perfecta y sus trámites se aceleraban de manera vertiginosa, pero en el momento en que llegaban a su casa ninguno podía ocultar su decepción al ver a un hombre flaco, narigón y pelado. Ese podría ser un gran resumen de su vida, una constante sucesión de caras decepcionadas. Lo peor fue cuando un policía, pensando que se estaba burlando de él, lo terminó llevando a la comisaria detenido, y obvio que al comprobar su error no le pidió disculpas, sino que tan sólo lo dejó ir con un “váyase”.

A sus 30 años, un 6 de agosto de 1988, Maradona se casó. Ese día el lugar estuvo lleno de familiares y amigos… de los empleados del registro civil. Cuando se corrió la bola de que ahí se iba a casar Diego Armando Maradona, el lugar se llenó de curiosos y fanáticos, todos pensaban que el astro lo hacía en secreto para despistar a los periodistas. Los familiares de los novios recién pudieron ingresar a los pocos minutos de comenzado el oficio, cuando todos los no invitados que habían llegado para conocer al futbolista desocuparon la sala al ver a un hombre flaco, pelado y narigón. Igual el más ofuscado fue el juez de paz, quien, pensando que iba a casar a su ídolo, se había vestido con la camiseta de la selección. Los testigos afirman que lo escucharon putear por lo bajo.

En 1990 la selección Argentina eliminó a Italia, el país anfitrión, en las semifinales del Mundial. Unos meses después, Maradona se encontraba sólo en su casa a punto de terminar un rompecabezas de 500 piezas cuando alguien golpeó a la puerta de su casa. Al abrir se encontró con dos matones que con un claro acento italiano comenzaron a golpearlo y a preguntarle en donde estaba Maradona. Cuando él les mostró sus documentos y ellos comprobaron su malentendido decidieron retirarse, no sin antes desarmarle todo el rompecabezas. La mafia también se los confundía. Por suerte, la ambulancia llegó enseguida cuando escucharon que los llamaba Maradona.

Unos años después, Maradona se fue de vacaciones a unas cabañas en La Pampa, a un pequeño pueblo alejado de todo el mundo. Él no sabía que esas vacaciones iban a cambiar parte de su vida. Mientras su esposa acomodaba las cosas en la cabaña, él se acercó a la recepción para hacer el check-in. Lo atendió un hombre alto, rubio y de ojos celestes; enseguida entendió por qué el complejo se llamaba “Estancia El Alemán”. Durante todo el proceso de registro, el hombre no le hizo ningún comentario sobre su nombre. Cuando terminó, le agradeció con una emoción que casi llegaba hasta las lágrimas. El dueño del lugar le dijo que no lo hizo porque que hay cosas peores. Maradona le dijo que nada podía ser peor que su padecimiento. El “alemán” le mostró su documento, su nombre era Adolf Hitler.

-Ah, entiendo- respondió Maradona y se retiró cabizbajo a su cabaña.

A partir de esas vacaciones, su esposa sintió que algo en él había cambiado, que las confusiones ya no lo fastidiaban tanto como antes. Maradona nunca le contó de su encuentro con Hitler.

En 1995 Diego volvió a jugar en Boca Juniors, el club de sus amores. Un domingo de noviembre, Maradona le mintió por primera y única vez a su mujer. Le dijo que iba al estudio contable a terminar un papeleo cuando en realidad iba a La Bombonera. Tenía la curiosidad de saber qué se sentía que cincuenta mil personas corearan su nombre. Ese día Maradona entendió a toda la gente con las que alguna vez interactuó: él también sintió decepción. Aunque todos repitieran su nombre con admiración, esos gritos no eran para él. Podrían haber estado exclamando por Juan Pérez y para Maradona hubiera sido lo mismo.

A los 60 años Maradona murió de un paro cardíaco. Un empleado de la funeraria vio el nombre de la persona que iba a ser velada ahí y por cincuenta mil pesos vendió la primicia a una página de chimentos. Todos los portales de noticias corrieron a actualizar sus ediciones online. La noticia conmocionó al mundo. Millones de personas lloraron su muerte durante varias horas, momento en el cual se comprobó que el futbolista estaba vivo y que quien había fallecido era un contador pelado, flaco y narigón.

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