Viaje a Esquel – Día 1

Nos levantamos 10:30 en Buenos Aires con el ruido de la lluvia. Lo primero que hice fue chequear el celular y vi que me había llegado un mail avisando que nuestro vuelo se había atrasado, en vez de salir 14:45 iba a salir 15:20. Nos despertamos, me cambié y fui a comprar los sanguches de miga a Dobos mientras Jessi se duchaba. Al mediodía almorzamos, la gran sorpresa y desilusión fue cuando comprobamos que se habían equivocado y en lugar de ponerme 2 de atún y queso me pusieron 2 de crudo y queso, nada que ver, no sé cómo hicieron para confundirse. 13:20 nos pasó a buscar Mauro, nuestro ex vecino de Ballivian. Llegamos al aeropuerto sin problemas, despachamos las valijas (11 kilos cada una, muchos menos de los 15 permitidos) y fuimos a hacer el pre embarque. Si bien ya había parado de llover el vuelo se volvió a retrasar y terminamos despegando 16:20. A eso de las 18:30 aterrizamos. El aeroparque de Esquel es muy lindo, diminuto, casi parece una casa alpina. Salimos y descubrimos que el aeroparque está a 20 km de la ciudad y que sólo había un taxi para llevar a la gente y se lo habían tomado otros. Por suerte, divisamos el teléfono de una agencia de remís y pedimos uno. Llegamos al hotel y es tal cual a las fotos. El cuarto estaba un poco caliente pero nos avisaron que es porque a la noche hay heladas, igual dejamos la ventana de la habitación abierta para que se refrescara un poco. A los pocos minutos volvimos a salir, queríamos conocer un poco la ciudad y además teníamos hambre. Caminamos por el centro y descubrimos una especie de feria de artesanos donde compramos unos chipás. Finalmente terminamos cenando en una cervecería donde pedimos unas batatas fritas con dips de mayonesa de zanahoria y queso crema con ciboulette, unos chicken fingers con un dip de provenzal y unos ravioles fritos rellenos de gruyere y hongos con dip de queso azul. Jessi tomó una cerveza y yo una coca light. De regreso al hotel compramos un agua mineral, un alfajor para mí y unos huevitos de chocolate para Jessi.  Son las 22 y ya estamos en el cuarto. Yo voy a ver si puedo jugar al póker con los chicos y Jessi no sé qué va a hacer.

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