Viaje a Esquel – Día 3

Hoy bajamos a desayunar más temprano porque a las 9:30 nos pasaban a buscar para la excursión al parque nacional Los Alerces y fueron hiper puntuales, a esa hora estaban en la puerta. Después de levantar a otros pasajeros arrancó el viaje. Vimos unos paisajes increíbles. Primero paramos en un lugar donde había unas pinturas rupestres de 3000 años, ahí había un árbol de Sauco y Jessi comió algunos de sus frutos. En ese mismo lugar caminamos por un sendero muy tranquilo hasta llegar a un mirador. Nos sorprendió que había muchísimas abejas pero la guía nos contó que son avispas africanas carnívoras que  las llaman Chaquetas Amarillas. Nos contó que las trajeron a Esquel para terminar con el tábano que parece que es medio plaga. Bueno, no terminó con el tábano y ahora las avispas también son plaga, lo sé, parece un capítulo de los Simpsons. Después de eso seguimos viaje hasta el parque nacional donde paramos en una playita a almorzar los sanguches de miga que compramos ayer. Las Chaqueta Amarilla nos estaban volviendo locos pero seguimos el consejo de la guía, tiramos un pedazo de jamón lejos y se fueron a seguirlo. Caminamos un poco y sacamos demasiadas fotos. El agua era cristalina. Nuestra siguiente parada fue para recorrer el sendero Lahuan Solitario que para llegar hay que cruzar un muy lindo puente colgante. El sendero es un recorrido de 1500 metros más otros 300 metros para llegar a ver el glaciar Torrecillas. En el camino también vimos un alerce de 300 años. En el viaje de vuelta dormimos todos. Llegamos al hostel tipo 6 y fui a comprar algo para merendar cerca, unos scones para Jessi y un alfajor para mí. De ahí me fui a una cervecería a ver cómo Boca ganaba el superclásico 1 a 0. Cuando terminó el partido fui a buscar a Jessi para la cena, quisimos ir a 2 lugares que nos había recomendado la guía pero ambos estaban llenos. Así que terminamos comiendo en un restaurante cualquiera. Jessi comió unos tallarines con salsa rosa y yo una bondiola con puré. De ahí volvimos al hostel, me duché y ahora a dormir.      

Viaje a Esquel – Día 2

Hoy nos levantamos tranquilos, desayunamos en el hostel y salimos a caminar por la ciudad. Primeros fuimos a la oficina de turismo para ver qué nos recomendaban hacer y de ahí a las agencias de viajes para averiguar sobre las excursiones.  En la primera agencia no le pusieon mucha onda y en la segunda todo lo contrario. Nos armaron todo un itinerario para la semana. Salimos pensando cuales íbamos a hacer y de paso nos fuimos a almorzar a una especie de bar, resto, confitería. Jessi se pidió una ensalada que tenía tomates cherry, lechuga, roquefort y jamón crudo crocante, yo un lomo que vino con salsa de champignones y puré. De ahí volvimos un rato al hostel y después nos fuimos a escalar el cerro de la cruz. Según google es toda una subida que te llevaría 1 hora y 43 minutos, y la verdad que tenía razón, la hicimos en casi ese tiempo. Al principio la subida es muy empinada pero después es más tranquila, igual llegamos a la cima agotados. Lo bueno es que tiene todo un sendero que si lo seguís llegás perfecto, lo malo es que no hay ninguna señal que te oriente un poco. La vuelta, toda en bajada, fue muchísimo más rápida. Cuando volvimos a la ciudad fuimos a comprar unos sanguches de miga para la excursión de mañana que vamos al parque nacional. Volvimos al hostel y fui al local de enfrente a comprar una pizza para la cena. Estaba bien pero nada del otro mundo, parecía medio una uggis. Mientras nosotros cenábamos el resto de los huéspedes junto con los dueños estaban preparando un gran asado. Terminamos de comer y volvimos al cuarto. Nos duchamos y nos acostamos agotadísimos. Según mi celular caminamos 17 kilómetros.

Viaje a Esquel – Día 1

Nos levantamos 10:30 en Buenos Aires con el ruido de la lluvia. Lo primero que hice fue chequear el celular y vi que me había llegado un mail avisando que nuestro vuelo se había atrasado, en vez de salir 14:45 iba a salir 15:20. Nos despertamos, me cambié y fui a comprar los sanguches de miga a Dobos mientras Jessi se duchaba. Al mediodía almorzamos, la gran sorpresa y desilusión fue cuando comprobamos que se habían equivocado y en lugar de ponerme 2 de atún y queso me pusieron 2 de crudo y queso, nada que ver, no sé cómo hicieron para confundirse. 13:20 nos pasó a buscar Mauro, nuestro ex vecino de Ballivian. Llegamos al aeropuerto sin problemas, despachamos las valijas (11 kilos cada una, muchos menos de los 15 permitidos) y fuimos a hacer el pre embarque. Si bien ya había parado de llover el vuelo se volvió a retrasar y terminamos despegando 16:20. A eso de las 18:30 aterrizamos. El aeroparque de Esquel es muy lindo, diminuto, casi parece una casa alpina. Salimos y descubrimos que el aeroparque está a 20 km de la ciudad y que sólo había un taxi para llevar a la gente y se lo habían tomado otros. Por suerte, divisamos el teléfono de una agencia de remís y pedimos uno. Llegamos al hotel y es tal cual a las fotos. El cuarto estaba un poco caliente pero nos avisaron que es porque a la noche hay heladas, igual dejamos la ventana de la habitación abierta para que se refrescara un poco. A los pocos minutos volvimos a salir, queríamos conocer un poco la ciudad y además teníamos hambre. Caminamos por el centro y descubrimos una especie de feria de artesanos donde compramos unos chipás. Finalmente terminamos cenando en una cervecería donde pedimos unas batatas fritas con dips de mayonesa de zanahoria y queso crema con ciboulette, unos chicken fingers con un dip de provenzal y unos ravioles fritos rellenos de gruyere y hongos con dip de queso azul. Jessi tomó una cerveza y yo una coca light. De regreso al hotel compramos un agua mineral, un alfajor para mí y unos huevitos de chocolate para Jessi.  Son las 22 y ya estamos en el cuarto. Yo voy a ver si puedo jugar al póker con los chicos y Jessi no sé qué va a hacer.